Encubrimiento y abuso en la Iglesia: víctimas de sacerdote denuncian después de 20 años
Hermanas decidieron romper el silencio tras dos décadas para denunciar al sacerdote Alejandro Peña Sánchez por presunto abuso sexual ocurrido durante su infancia.
El sacerdote ha trabajado en múltiples parroquias y fue suspendido previamente por otra denuncia.
Psicólogos explican el impacto emocional del abandono familiar en víctimas de abuso.
Ambas mujeres exigen justicia y un compromiso real de la Iglesia.
Actualizado: 09 de Septiembre, 2025, 11:26 AM
Publicado: 09 de Septiembre, 2025, 08:18 AM
Santo Domingo.– Luego de dos décadas de silencio, dos hermanas confesaron haber sido víctimas de abuso sexual cuando eran niñas por parte del sacerdote Alejandro Peña Sánchez, quien ha ejercido su labor en distintas parroquias del país.
Las víctimas, quienes prefirieron mantener su identidad anónima, narraron cómo fueron sometidas a tocamientos y agresiones durante años. Denunciaron el silencio y la falta de apoyo de sus familias y de la Iglesia.
La mayor de ellas, a quien El Informe llamó "María" (nombre falso), comentó que el susodicho agresor era alguien recurrente en la familia y siempre fue muy cariñoso con ella. A medida que fue creciendo, confiesa, el sacerdote le ponía la mano en sus senos, alegando que esto no era nada malo.
A medida que los acercamientos y toques pasaron, María dice que dejó de sentirse normal y cambió su dinámica por completo.
Yo no salía con mis amiguitas porque honestamente él siempre tenía una. Vamos conmigo pa tal misa, vamos conmigo, pa tal sitio. Entonces ya yo dejé de tener una vida normal de adolescente porque siempre estaba cerca de esa persona.
Posteriormente, con el tiempo, los toques se volvieron más íntimos y de contacto directamente sexual, como penetración y sexo oral, según comenta la víctima. Así hasta que ya al ser mayor, ella se negó
Para yo alejarme de él, empecé a decirle que no, que yo no quería que él viniera. Empecé a decirle que no lo iba a visitar y entonces ahí empezaron las amenazas. Él empezó a decirme que por mi culpa él se iba a quitar la vida, que yo iba a ser la responsable de cualquier cosa que a él le pasara.
Y de un día, de un impulso, yo llamé a mi mamá por el teléfono porque yo vivía aquí en Santiago y ella vivía allá en el campo y se lo dije. Le dije de sus amenazas.
La otra cara de la moneda
En entrevista vía Zoom, la hermana de "María", identificada como "Ana" (nombre falso), relató que al principio los abusos no siempre fueron explícitos, pero que ocurrieron de forma frecuente:
"No te digo que todas las noches, pero sí al menos una o dos veces a la semana que íbamos a cenar a esa casa... Ahí también en la cama empezaba a tocarme".
Hizo claro el hecho de que ella sabía que a su hermana mayor le pasaba lo mismo, pero esta no sabía que a ella también le pasaba. Recuerda que apenas tenía 12 años cuando asegura que inició el martirio.
Yo sabía que él hacía lo mismo con mi hermana. Mi hermana no sabía que él hacía lo mismo conmigo.
"María" narra que, al enterarse de que su hermana también era víctima, reconoció que por mucho tiempo después se culpó por no haber denunciado antes.
"Yo lloré tanto. Dije ´por mi culpa´... porque tal vez si lo hubiese dicho, él no le habría hecho esto a ella".
El abuso duró prácticamente toda su adolescencia, hasta tener la mayoría de edad. María comentó que no habló, sino que ya cuando era una mujer decidió sacar a la luz todo lo ocurrido.
Uno se quedaba callado por la ignorancia, por la niñez; yo me he dado cuenta de que los niños se adaptan a todo. Yo sé y sabía que no estaba correcto, pero no me atrevía a decírselo a mi mamá ni a mi papá.
Ana añadió que la relación con su madre era distante y se sentía rechazada, por lo que encontró en el sacerdote una figura de confianza, a pesar del abuso.
Ambas coinciden en que la madre no tomó medidas, e incluso acusó a Ana cuando su hermana le habló sobre los abusos. Al momento que la madre supo de los abusos, dice que no hizo nada porque sus hijas eran grandes y ya mayores de edad.
Hay días que me despierto en la noche y pienso por qué? ¿Por qué no hizo nada? ¿Por qué ella vio, Ella vio señales.
No había forma de que ella no supiera que él sí nos tocaba, que él si abusaba de nosotras. Es como si ella misma no hubiese entregado en sus manos.
¿Quién es el acusado?
El sacerdote Peña Sánchez ha sido asignado a al menos seis comunidades distintas, incluyendo Villa Los Almácigos, Montecristi, Loma de Cabrera, y actualmente está a cargo de la parroquia Nuestra Señora de la Esperanza, en Valverde.
Fuentes eclesiásticas confirmaron que estuvo suspendido por cerca de un año mientras se investigaba una denuncia, aunque aparentemente no se comprobó el caso.
En entrevista con El Informe, Peña Sánchez se negó a hablar sobre las acusaciones y dijo que prefería abordar el tema con sus abogados.
Yo de eso prefiero no hablar. ¿Usted me disculpa? Si son denuncias fuertes, tendríamos que hablar con los abogados.
Mientras tanto, la diócesis de Mao-Montecristi confirmó que se activaron protocolos internos para investigar los hechos y que actualmente se ha impuesto una prohibición de ejercicio público al sacerdote.
La opinión psicológica
La psicóloga intrafamiliar Itania María explica diferentes puntos de lo ocurrido y sus posibles porqués.
Como:
- ¿Por qué las víctimas de abuso, a manos de familiares o sacerdotes esperan en ocasiones años para narrar lo ocurrido?
En la mayoría de los casos, si no en todos en su totalidad, cuando la persona víctima de abuso carga tanto tiempo, es que siente mucha vergüenza y, en este caso en particular, si mi propia madre no me creyó, no me validó. Probablemente la sociedad tampoco.
La psicóloga también dice que el apoyo de la familia juega un papel fundamental en la recuperación de víctimas de abuso sexual.
Cuando el entorno cercano responde con credibilidad, contención emocional y sin emitir juicios, la víctima puede comenzar un proceso de sanación más seguro. Sentirse acompañada fortalece los vínculos y permite reconstruir la confianza en los demás.
Por el contrario, cuando la familia responde con indiferencia, incredulidad o rechazo, el daño psicológico se profundiza.
También, en psicología, explican que las víctimas pueden sentir confusión afectiva hacia sus agresores debido a la manipulación y el desequilibrio de poder, lo que dificulta la denuncia y prolonga el sufrimiento.
Ana confesó que tardó más de 20 años en hablar del abuso y que las secuelas afectaron sus relaciones personales, incluso llegando a sufrir violencia doméstica.
Ambas víctimas exigen justicia y un compromiso real de la Iglesia para proteger a los menores y no encubrir a los agresores.

Olga Montás
Olga María Montás, nació el 13 de septiembre de 2004. Actualmente es estudiante de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), en la carrera de Comunicación Audiovisual y Artes Cinematográficas.
Se desempeña como encargada de manejo de redes sociales y página web de ´´El Informe´´ y redactora web en Noticias SIN.
Cuenta con experiencia en producción audiovisual, redacción de contenidos, conducción televisiva y locución. Ha trabajado en diversos cortometrajes académicos como directora, guionista, camarógrafa y productora. También ha sido voz en off oficial del festival de cortometrajes universitarios ´´Semana Más Corta´´ (PUCMM) y es conductora del programa de televisión ´´A Ritmo de la Vida´´, transmitido por Cinevisión.
Tiene habilidades en diseño digital, redacción, edición de contenido con Canva y manejo de herramientas de comunicación visual.
Su enfoque profesional se orienta al desarrollo creativo en el cine, la televisión y la comunicación digital, con el objetivo de aportar contenido de valor a la sociedad y dejar su huella en el mundo artístico y audiovisual.
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