Del modelo Siria al modelo Caribe: Trump redibuja la geopolítica mundial
Diplomacia en el Caribe promueve la cooperación internacional.
Actualizado: 11 de Noviembre, 2025, 07:10 AM
Publicado: 11 de Noviembre, 2025, 06:56 AM
Santo Domingo.– El nuevo presidente de Siria fue recibido ayer en Washington por el presidente Donald Trump, en lo que muchos analistas describen como el inicio de una nueva doctrina diplomática global.
La escena —impensable hace apenas tres años— simboliza el triunfo de la diplomacia silenciosa que comenzó a gestarse cuando Rusia y Estados Unidos acordaron detener la guerra siria, transformando un conflicto devastador en un laboratorio de paz negociada.
Trump, al recibir al mandatario sirio tras su encuentro en Moscú con Vladímir Putin, ha consolidado el "modelo Siria": una estrategia donde el poder militar cede espacio al diálogo pragmático, y donde antiguos enemigos se sientan a negociar sin mediaciones burocráticas.
Este modelo, aplicado con inteligencia en América Latina y el Caribe, podría inspirar un nuevo equilibrio en torno al eje Washington–Moscú–Pekín, capaz de estabilizar regiones antes consideradas periféricas.
Del modelo Siria al modelo Caribe:
El Caribe —y en particular la República Dominicana— representa un espacio donde el "modelo Siria" puede convertirse en una diplomacia de convergencia, no de confrontación.
Durante décadas, la región ha sido escenario de tensiones ideológicas, bloqueos económicos y presiones cruzadas. Sin embargo, la experiencia siria demuestra que la estabilidad se alcanza no por imposición, sino por reconocimiento mutuo. Estados Unidos, Rusia y China podrían coincidir en el Caribe en proyectos de desarrollo, energía limpia y seguridad alimentaria, siempre que exista una mediación diplomática madura y realista.
El contexto global según Vizner:
Como apunta el periodista José Vizner (Negocios TV), el regreso del liderazgo de Trump y la redefinición del poder global coinciden con tres fenómenos simultáneos: el fin del shutdown más prolongado de la historia de EE. UU. y la crisis interna del Partido Demócrata; la vergüenza mediática de la BBC, que reabre el debate sobre la manipulación informativa en Occidente; y la jugada de China, que restringe las exportaciones de tierras raras, consolidando su supremacía tecnológica frente a EE. UU.
Vizner interpreta estos hechos como síntomas de un cambio de paradigma: Occidente ya no puede dominar solo. La economía, la información y la diplomacia se redistribuyen en torno a un nuevo triángulo de poder donde el Caribe puede jugar un papel clave si aprende la lección siria: negociar con todos y depender de ninguno.
Rusia y la prudencia estratégica:
Moscú, consciente del valor simbólico de la paz siria, ha optado por una línea diplomática prudente. El ministro Serguéi Lavrov reiteró que Rusia está dispuesta a negociar un alto el fuego "realista" en Ucrania, sin condiciones previas impuestas por Washington.
El gesto ha sido interpretado como un intento de volver al equilibrio de poder clásico, donde la disuasión no implica ruptura, sino respeto mutuo entre potencias. El "modelo Siria" —ahora en versión global— vuelve a ser la fórmula del equilibrio del terror racional, pero aplicado a la cooperación.
Asia entre el poder y el desastre:
Mientras tanto, el supertifón Fung-Wong golpea Filipinas con vientos de 230 km/h, más de un millón de evacuados y graves daños en Luzón.
La catástrofe, ocurrida en plena crisis política global, recuerda la vulnerabilidad de los países asiáticos ante los desastres naturales y la necesidad de cooperación internacional efectiva. El "modelo Siria" propone precisamente eso: una diplomacia humanista que anteponga la vida y el desarrollo a la hegemonía.
Conclusión: hacia una diplomacia caribeña de equilibrio.
La visita del presidente sirio a Washington no es un episodio aislado. Marca la reactivación del eje del diálogo directo, donde los líderes actúan, no delegan.
Así como Siria pasó de ser símbolo de guerra a modelo de negociación, el Caribe puede transformarse de zona de competencia a espacio de equilibrio y convergencia pacífica entre las grandes potencias.
Estados Unidos tiene en su frontera sur una oportunidad: convertir la influencia en cooperación, como hizo Trump en Medio Oriente.
El Caribe, si asume esa lógica, podría ser el escenario de una nueva diplomacia hemisférica, más pragmática, más humana y más soberana.


