Cine Antillano y sus mercados: ruta sugerida para el cine puertorriqueño y dominicana

Pero poco se analiza a la industria cinematográfica desde una mirada integral.

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Cine Antillano y sus mercados: ruta sugerida para el cine puertorriqueño y dominicana

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Por: Ricardo Olivero Lora (Filmes Filigrana)

En Puerto Rico mucho hablamos de la necesidad de incentivar la producción de nuestras películas. Los créditos contributivos, la creación de fondos cinematográficos, entre otros temas relacionados, dominan muchas de nuestras discusiones. Esto está bien y es necesario que se haga, pues al final del día nuestro fin es poder hacer nuestras películas.

Pero poco se analiza a la industria cinematográfica desde una mirada integral, posicionándola como una ficha más de la industria global del cine. Nuestro día a día en ocasiones no nos permite mirar el "bigger picture" común. Es mi interés en las siguientes líneas contribuir en el análisis de nuestra industria cinematográfica, buscando incorporar en nuestra discusión colectiva el ángulo integral sobre los mercados en que se mueven nuestras películas

Iniciemos por lo básico. La aldea global del entretenimiento está segmentada por mercados que todos contienen dos elementos básicos en sus demarcaciones, el territorio y el idioma. Estos mercados son definidos en contratos de distribución y por acuerdos comunes de asociaciones industriales de los distintos sectores del entretenimiento. El cine es uno de esos sectores. No podemos construir una industria cinematográfica si no partimos de la realidad industrial del cine y sus mercados globales. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es definir correctamente nuestro mercado primario

Definiendo el mercado primario

Siendo el territorio y el idioma los elementos esenciales de todo mercado de cine, comencemos por definir el idioma. En Puerto Rico es común la confusión entre "consumidor bilingüe" y "contenido bilingüe". Como estamos acostumbrados a consumir entretenimiento de los mercados en español y en inglés, pensamos erróneamente que existe un mercado de producción bilingüe. Pero la producción bilingüe en el mundo del entretenimiento no existe fuera de raras excepciones individuales y limitadas. Pero sí existimos consumidores bilingües, o sea, que consumimos de ambos mercados.

Los mercados del entretenimiento pueden tener bajo un mismo territorio varios mercados-idiomas. Estos mercados, aunque compartan territorio, operan bajo dinámicas distintas, cada una como un mercado separado. Estados Unidos es el mejor ejemplo, pues es el principal mercado de cine en inglés del mundo y su mercado en español cada día crece más.

El contenido bilingüe, aunque parezca cercano a nuestra realidad social, no es rentable ni para mercados internacionales en español ni para mercados internacionales en inglés. Se corta las patas en los dos. 

Cuando hicimos "Nuyorican básquet (2017)" ilusamente pensamos que el tener una película parcialmente bilingüe nos abriría las puertas tanto en los mercados en español como en los de inglés. Pero la realidad nos dio en la cara, pues esto se convirtió en una limitación para conseguir un distribuidor de nuestra película. Terminamos entrando al mercado de cine independiente en inglés y nunca pudimos entrar del todo al mercado en español. Nuestra película se autolimitó en ambos mercados.

Una forma fácil de comprender esta confusión es viendo las transmisiones por Youtube de algunos equipos del Baloncesto Superior Nacional (BSN). Cometiendo el error de pensar que aumentan el valor de sus producciones intercalando el español con el inglés, pecan de lo opuesto, pues aunque en PR esto sea problemáticamente aceptable, esas transmisiones no son rentables ni en los mercados globales en inglés ni en los mercados globales en español. Sólo son consumibles a nivel local de manera insular y por parte de diáspora boricua.

La mejor inversión que puede hacer el BSN es producir en los dos idiomas en las transmisiones de sus juegos, con un feed en español y otro en inglés. Con este upgrade, podrían entrar en los mercados globales de las transmisiones deportivas en ambos idiomas y así potencialmente aumentar el valor de las transmisiones. 

La forma correcta de abordar el tema del idioma es definiendo el español como el idioma de nuestro mercado e invirtiendo en la internacionalización de nuestras películas mediante el subtitulado en múltiples idiomas y en un futuro, el doblaje al inglés y otros idiomas. ¿Abandonamos los mercados en inglés? Para nada. Con la internacionalización se impactarían los mercados en inglés, y cuando el mercado principal nuestro, el español, esté saludable, en el futuro podremos aumentar la rentabilidad de nuestro cine produciendo contenido en inglés también. Pero siendo nuestro territorio tan pequeño en términos de mercado, esto tiene sentido hacerlo luego de la solidificación del mercado en español, el principal.

Hay que priorizar en la planificación estratégica, pues diluirnos en construir simultáneamente dos mercados en idiomas diferentes es una tarea quijotesca, más cuando a penas tenemos producción como para mantener uno solo. 

Pienso que nuestra relación colonial nos da la facilidad de entrar en ambos mercados estadounidenses, el inglés y el español. Pero para entrar correctamente a ambos mercados, tenemos que hacerlo siguiendo las reglas básicas de idioma de cada uno de estos. No es que no se incluyan parlamentos en nuestras películas donde se proyecte nuestra realidad idiomática parcialmente bilingüe en ciertos sectores de la sociedad, ni abogo por un purismo hispanófilo. Es una decisión pragmática basada en lo que mejor nos conviene colectivamente como industria.

Cine Antillano: un solo mercado para el cine puertorriqueño y dominicano

El segundo punto esencial para definir nuestro mercado es el territorio. Para efectos del cine, Puerto Rico representa un territorio pequeño. El cine requiere mucho dinero y recursos para producirse, y nuestra economía es limitada. República Dominicana tuvo un desarrollo excelente de su industria cinematográfica en las últimas décadas, aunque esté pasando un momento difícil luego de las controversias sobre su Ley de Cine.

Interesantemente, adolecen de algunos de los mismos problemas que el cine puertorriqueño. Estoy convencido que para definir el territorio de nuestro mercado cinematográfico, lo más lógico es que lo ampliemos fusionando los territorios de Puerto Rico y República Dominica bajo una sola bandera de mercado: Cine Antillano. Con esto unimos fuerza con un aliado que ya produce cine que se consume entre nosotros y viceversa. Además, desde hace rato varios de nuestros técnicos y artistas intercambian plazas entre ambos países. 

Al crear un solo mercado común entre PR y RD, la unión aumentaría considerablemente nuestro poder de exportación a los boricuas y dominicanos que viven en Estados Unidos, siendo ese nuestro mercado principal de exportación. En el este de Estados Unidos, donde los dominicanos y puertorriqueños dominamos en varias ciudades la diáspora latinoamericana, el cine antillano podría convertirse en un jugador de importancia en el mercado en español de los Estados Unidos.

Nuestras películas deberían estrenarse simultáneamente en Puerto Rico, Dominicana y Estados Unidos. Hoy en día podemos promocionar nuestras pelis en un mismo día en la mañana en Nueva York, en la tarde en Santo Domingo y en la noche en San Juan. De hecho, nos sale más barato mercadearlas al mismo tiempo, más en estos días donde las redes sociales juegan un rol unificador de comunidades. 

Esto que propongo no es algo nuevo. Actualmente en el planeta existen múltiples mercados de cine donde el territorio trasciende fronteras nacionales. Por ejemplo, la distribución de cine en los países nórdicos de Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia e Islandia comprende un solo mercado, el de "territorio Escandinavia"; Bélgica, Benelux y Luxemburgo se agrupan en "territorio Benelux"; el "territorio de Oriente Próximo" abarca 19 naciones; y así por el estilo. Unificar el mercado de cine dominicano y puertorriqueño en un solo "Territorio Antillano" no sería algo ilógico ni inusual. 

Por lo antes expuesto, nuestro mercado debería ser definido como uno de Cine Antillano, con territorio combinado entre PR y RD, y siendo el español su idioma. Nuestros mercados de exportación serían el de Estados Unidos, el Caribe, Latinoamérica y España. Si las condiciones políticas lo permiten en un futuro, añadir a Cuba en el territorio nos posicionaría como un mercado con potencial extraordinario a nivel global.

Organización de la industria y la distribución

Ahora bien, perfecto, tenemos bien definido teóricamente nuestro mercado. ¿Y ahora qué? ¿Cómo llevamos a la práctica esta redefinición? Pues, por un lado, organizándonos como asociación industrial para tomar control efectivo y colectivo de nuestro territorio como mercado de Cine Antillano, como industria cinematográfica común y equitativa entre Puerto Rico y Dominicana. Por otro lado, fomentando la creación de distribuidoras de cine antillano dentro de nuestro territorio.

Es mi opinión que no tener distribuidoras que muevan las películas que producimos es quizás la deficiencia estructural mayor que tiene nuestro cine como industria. Esta deficiencia tiene 3 consecuencias negativas directas que nos afectan a todos y todas: (1) no existe catálogo de nuestras películas que sea mercadeable a nivel global, (2) no existe una infraestructura ni presupuestos de existencia continua para mercadear nuestras películas, y (3) no existe retroalimentación ni intermediario sobre las películas que hacemos entre el consumidor y el productor.

Nosotros producimos cine de escala mundial. Hace rato. Pero al no tener distribuidoras que mercadeen continuamente nuestros productos y negocien contratos de exportación, no existimos para efectos de los mercados globales del cine. Peor aún, la ausencia de distribuidoras ha provocado que el cine puertorriqueño sea casi inexistente en el mundo digital. Sin distribuidoras, las películas desaparecen luego de la explotación teatral, que a su vez está sufriendo una profunda crisis. 

Más temprano que tarde las casas productoras tendremos que organizarnos como asociación industrial para fomentar y defender la industria cinematográfica y establecer los estándares que se entiendan necesarios para todos en nuestro propio circuito, igual que se hace en muchos lugares alrededor del planeta. Y desde ahora debemos hacerlo pensando en común con los dominicanos.

Recapitulando, como estrategia de desarrollo de nuestro cine, sugiero la siguiente ruta: 

Redefinir nuestro mercado primario de cine como uno de Cine Antillano, siendo el español su idioma, y su territorio la geografía combinada de República Dominicana y Puerto Rico. 

Organizar las casas productoras dominicanas y puertorriqueñas bajo una sola Asociación de Cine Antillano

Fomentar la creación de distribuidoras de Cine Antillano que estén en manos puertorriqueñas y dominicanas.

Pero nada de esto puede lograrse sin que nos pensamos como una industria. El mensaje es obvio, tenemos que organizarnos, tenemos que unirnos. Necesitamos un norte común hacia donde construir, y eso es lo que les propongo para discutir.

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