René Fortunato: el cineasta que hizo visible la historia dominicana
Subtítulo: Un recorrido por la obra que reinventó la memoria audiovisual de un país
Actualizado: 11 de Agosto, 2025, 09:24 PM
Publicado: 11 de Agosto, 2025, 09:18 PM
Santo Domingo.– René Fortunato fue, para muchos, el "Quijote" del audiovisual dominicano: un emprendedor incansable que convirtió la recuperación de imágenes en una memoria compartida y crítica. Basado en el reportaje de esta noche del Informe con Alicia Ortega, exploramos su legado, su ética de trabajo y la relación entre cine y política que marcó su trayectoria.
René Antonio Fortunato
Fortunato nació en la capital dominicana y, desde joven, con tan solo dieciséis años, se vinculó al mundo de la imagen cinematográfica con una curiosidad crítica. Su primera incursión audiovisual fue en 1985, con un documental sobre Francisco Palau, precursor del cine dominicano, titulado ´´Tras las huellas de Palau´´. A partir de allí, su rostro público se asoció a una propuesta de cine documental que buscaba entender y cuestionar la historia del país.
De la calle a las salas
Su paso de la pantalla chica a la gran pantalla no fue solo técnico: implicó una decisión estética y ética. Fortunato se propuso "reivindicar los valores culturales de la nación" y aportar una reflexión teórica sobre lo que quería narrar. Su interés por hacer del cine un medio para la conciencia histórica se nutrió de una estrategia de mercadeo y distribución que llevó su trabajo desde exhibiciones públicas al circuito de salas comerciales.
El archivo como patrimonio
Una constante en su obra fue la recuperación de imágenes olvidadas. Fortunato trabajó de la mano del Archivo General de la Nación, democratizando imágenes que hoy permiten entender procesos como la dictadura de Trujillo y los años de Balaguer. Este vínculo entre cine y archivo no solo preservó material visual, sino que ofreció una lectura crítica del pasado dominicano.
En un fragmento audiovisual del mismo René, comenta que empezó con una reflexión teórica de lo que quería hacer "Yo entré a hacer cine al azotea del Palacio de Bellas Artes con unos colegas allí, haciendo con camaritas para retratar la realidad económica y social de nuestro país... Yo fui con una reflexión teórica sobre lo que quería hacer."
Obras clave y lectura histórica
1. El poder del jefe (trilogía)
Fortunato exploró el tiránico periodo de Trujillo en tres entregas. Desde el primer Trujillo, donde se muestran necesidades y estructuras de poder, hasta una visión que incorpora la violencia y la represión como eje de la historia. La trilogía se convirtió en una herramienta para entender cómo el autoritarismo se ancló en la administración del Estado y en las élites dominicanas.
2. La herencia del tirano y la violencia del poder
Estas piezas centran su mirada en el periodo de Balaguer y su régimen de los "doce años". Presentan un panorama de crueldades, políticas de control y mecanismos de ascenso al poder, con una crítica que va más allá de la exposición de hechos: Fortunato pregunta por las condiciones que permiten que la historia se repita.
3. Abril, la trinchera del honor
Documental emblemático de 1988 que acompañó la revuelta militar de 1965 y la intervención extranjera en la memoria nacional. Fue reconocido internacionalmente, y su puesta en escena amplió la posibilidad de que el cine dominicano dialogara con audiencias globales.
Además de estos trabajos, Fortunato exploró temáticas y formatos que desbordaban los límites del documental tradicional, buscando que la imagen no solo informe, sino que invite a la reflexión crítica entre el público joven y los educadores.
Según Roberto Cassá, "Fortunato recuperó una infinidad de imágenes... fue un colaborador del Archivo General de la Nación. Ese archivo de imágenes está aquí y ya en gran medida está digitalizado."
Valor documental y el papel del archivo
El trabajo de Fortunato se apoyó en la idea de que la historia se reconstruye a partir de imágenes. Su labor de rescate de material fílmico permitió que la sociedad dominicana "empezara a verse a sí misma" en la pantalla.
Tiene aportes enormes para el Archivo General de la Nación, ya que la relación entre cine y archivo fue crucial: Fortunato no solo consumía imágenes; también colaboraba para garantizar que estas imágenes quedaran disponibles para futuras investigaciones y proyecciones. Esta sinergia fortaleció la memoria histórica del país.
Un rasgo notable de su legado es el efecto en las nuevas generaciones: jóvenes que ven sus documentales en salas escolares, en plataformas culturales o en casa, y que buscan conocer mejor figuras como Trujillo, Caamaño y Balaguer a través de la memoria audiovisual.
Su producción y estrategia
Fortunato combinó creatividad y una visión de negocio: "no es rentable, pero este tipo de cine te produce dinero para subsistir", reconociendo que la rentabilidad depende de tácticas de mercadeo, distribución y conexión con el público.
Su enfoque incluía proyecciones en plazas públicas y, luego, un traslado a salas de cine con una propuesta de duración y formato que respondía a estándares comerciales sin sacrificar contenido.
El proceso creativo incluía investigación, selección de archivos, montaje y una voz autoral que pone en tensión lo que se cuenta con cómo se cuenta. El uso de la memoria histórica, junto con una crítica explícita, convirtió sus documentales en herramientas didácticas y de discusión pública.
"Yo pasé del celuloide al video e hice este corto. Luego hice otro sobre Frank Almanza... La emoción de la gente al ver imágenes dominicanas en pantalla grande me llevó a hacer un largometraje documental." Dijo, en su transición a largometraje.
Tuvo participación en festivales latinoamericanos y la aceptación internacional de obras como Abril ayudaron a llevar la historia dominicana a audiencias más amplias, fortaleciendo el estatus de Fortunato como figura clave del cine documental regional.
Impacto en público joven y educación histórica
Formación de conciencia histórica. Sus documentales son referencias para quienes estudian la historia reciente: Trujillo, Caamaño, Balaguer y la Revolución de Abril se vuelven temas de aula, discutidos y analizados críticamente.
En el rol del cine, Fortunato no solo presentaba hechos; los sometía a escrutinio y análisis, dotando a la audiencia de herramientas para discernir entre versiones y fuentes.
En cuanto a los testimonios y la recepción, autores y especialistas señalan que su labor abre diálogos sobre la legitimidad de la memoria y el uso de la imagen como testimonio histórico. Según Roberto Cassá: "Fortunato no solamente exponía los hechos, sino que los sometía a escrutinio, a observación, a evaluación, a análisis."
